sábado, 15 de febrero de 2020

El entusiasmo: una historia de la transición.


El entusiasmo. Una historia de la Transición


                                                                                                                             16/2/2020



El pasado jueves 13 de febrero se presentó en Madrid una película documental titulada El entusiasmo. Una historia de la Transición. Dirigida por el historiador Luis Herrero, constituye una importante muestra de la vitalidad que alcanzó el movimiento libertario en los comienzos de la Transición, cuando “todo parecía posible” tras la muerte del dictador. La película discurre temporalmente entre 1976 y 1978, año en que el caso Scala, un incendio nunca aclarado de una sala de fiestas de Barcelona en el que murieron cuatro personas, y la entrada en la fase final de la concertación colectiva representada por los Pactos de la Moncloa, terminaron con el ciclo ascendente de CNT. Un trabajo que descansa en gran medida en el material de archivo, en la búsqueda, recogida y montaje del material fílmico de la época que ha durado más de diez años,  sobre el que se construye un relato visual y sonoro de aquel tiempo, algo muy difícil de conseguir realmente en historia. Hay otro aspecto fundamental que contribuye a ello: el director se diluye y no aparece como narrador en forma de voz en off. De esta manera consigue salirse de la estructuración convencional del relato histórico, tanto en la forma como en el contenido, sin necesidad de caer en apologías militantes de cualquier tiempo pasado fue mejor.


Todo un logro que hay que reconocer al autor ya que de otra forma no tendrían protagonismo real ninguna de las voces que se fueron abriendo paso en la reconstrucción política del anarquismo desde el final del franquismo. Por un lado, la continuidad histórica, la que había resistido al franquismo en la clandestinidad y se había desdoblado también en el exilio, a pesar de los graves problemas internos entre ellos. Al mismo tiempo emerge la realidad de potente movimiento obrero, que comparte escenario con la otra vertiente más representada en el documental, la juvenil y contracultural, cuya fuerza y originalidad marcaba la diferencia con el resto de fuerzas que procedían del antifranquismo. Un juego de dualidades y matices que logra reproducir fielmente la cinta no solo siguiendo esta vertiente ideológica y temática, sino manteniendo también la incertidumbre de un tiempo en el que no se sabía lo que podía pasar.





Muy centrado en Cataluña, aunque también en Madrid (mitin de San Sebastián de los Reyes), el documental muestra esa pluralidad de emociones a lo largo de más de una hora y media en la que puede verse el momento del reencuentro del exilio interior y del exterior en los rostros más mayores, la tensión y la fuerza de las luchas obreras del momento en unas condiciones laborales en caída libre desde la crisis del petróleo, pero, sobre todo, la ilusión, la alegría y el desparrame juvenil de un mundo que salía ya de ser patrimonio exclusivo de los círculos universitarios. Inquietudes y capacidades, conflictos y tensiones, que, explicadas a través de sus protagonistas, permiten ver la evolución, los altibajos y las dificultades por ensamblar corrientes y realidades tan dispares que representaron, sin duda, un momento único que abonaría también las raíces del desencanto.
 Con un escrupuloso respeto a la cronología y una voluntad clara por salir de la usada confrontación entre los tiempos de auge y caída de los movimientos sociales de la Transición,  la película muestra una serie de momentos que recogen a la perfección las tensiones acumuladas en el “universo anarquista”: los debates intelectuales, las demostraciones de fuerza en los mítines, en la protestas y en las huelgas, como también en lo festivo, lo reivindicativo y lo más transgresivo del momento, todo aquello que terminaría eclosionando en la ruptura del Vº congreso celebrado al año siguiente. El uso del cine y de la imagen tiene una gran función que desarrollar aún en nuestra propia historiografía, no solo en la transmisión de la memoria, como se ha puesto de relieve últimamente, sino también como testigo vivo del propio pasado reciente. La ventaja que tiene este frente a todos los demás formatos, descansa en que cede realmente la voz a sus protagonistas y se resiste así más a los distintos usos y apropiaciones. Sólo nos queda, por tanto, que no tengamos que esperar otros diez años a la segunda parte.


Gutmaro Gómez Bravo. 

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De la invención del pasado

https://www.infolibre.es/noticias/opinion/plaza_publica/2020/10/06/de_invencion_del_pasado_111730_2003.html   06-10-2020