martes, 7 de abril de 2020

La escuela vuelve a ser despensa.


LA ESCUELA VUELVE A SER DESPENSA
7/4/2020

Aparcamos un momento la crítica de historia por una urgente reflexión sobre nuestro presente. También está relacionada con nuestro pasado, pero se trata de un fenómeno invisible a la mayor parte de nuestras miradas: la pobreza. No es nada nuevo y hace algún tiempo que las instituciones están llamando la atención, especialmente sobre la malnutrición infantil., sin embargo, la situación de confinamiento que vivimos en el estado alerta está haciendo que los canales de alimentación fallen o no respondan plenamente ante el aumento de la demanda. Así que muchos profesores, sin tiempo que perder y sintiéndose responsables de sus alumnos, los han hecho suyos  y están coordinando cómo buenamente pueden la ayuda de los comedores. Los centros escolares reaparecen  en medio de esta crisis sanitaria como núcleo primario y fundamental de la vida social. En las grandes ciudades son la base de la redistribución de la información y de las respuestas emocionales de muchas familias que no tienen otros medios ni espacios a los que acudir. La escuela, que en determinados distritos es prácticamente su único intermediario con las instituciones públicas, cobra ahora un protagonismo especial para sus vidas, a nivel de supervivencia pura y dura. En estos momentos, el papel de los profesionales trasciende el meramente educativo para aparecer realmente como referentes morales que necesitan los jóvenes para apoyarse, otro de los elementos formativos que en las situaciones "normales" queda siempre oculto. 


Esa función didáctica y tutorial de la vida que ha tenido la educación desde sus orígenes y que ha marcado la pedagogía occidental hasta nuestros días, es hoy más importante que nunca y como tal debe ser reconocida. Aprovechemos para que ese papel de los docentes vuelva a ser puesto en un lugar principal de nuestro sistema educativo en todos los niveles. Y es en la educación primaria y en la secundaria donde ese reconocimiento debería hacerse con carácter mas urgente. En la universidad hay un buen numero de problemas y necesidades pero prácticamente todos, y especialmente los más acuciantes proceden de esta raíz de desigualdad y desorientación ante un sistema educativo  ajeno a la realidad de muchas familias expuestas cíclicamente a la inestabilidad económica y la pobreza. Una cuestión que, al menos desde nuestra humilde  experiencia, no solemos valorar en la educación superior. El ejemplo, sin desmerecer a todos los compañeros e investigadores que siguen haciendo su labor en condiciones muy difíciles desde sus domicilios, lo están dando en todos los centros escolares públicos, donde el volumen, la diversidad y la edad de los alumnos es completamente diferente a los universitarios. En la universidad hay muchos problemas de conexión, de incertidumbre por la evaluación y por no perder el curso. Pero en muchos colegios e institutos, el principal problema es el comedor. Nuestro agradecimiento por tanto debe ir principalmente a todos los profesores y profesoras que están llamando y siguen personalmente a su alumnado. Gracias





jueves, 2 de abril de 2020

El misterio que envuelve el final de la Guerra Civil.

El misterio que envuelve el final de la Guerra Civil

La resolución del conflicto español mantiene incógnitas, ocho décadas después, por un contexto de enfrentamientos entre republicanos que azuzó la estrategia franquista 

Manuel Azaña y Lluís Companys pasan junto a un blindado en Barcelona, en una imagen sin fechar.
Manuel Azaña y Lluís Companys pasan junto a un blindado en Barcelona, en una imagen sin fechar.

https://elpais.com/cultura/2020-03-31/el-misterio-que-envuelve-el-final-de-la-guerra-civil.html

Lecciones del miedo


Gutmaro Gómez Bravo 13/03/2020




Este año quedará marcado por la expansión del coronavirus pero también por la desaparición de una serie de intelectuales, como el historiador Jean Delameau, el cineasta José Luis Cuerda o el filósofo y crítico literario Georges Steiner, que diseccionaron el miedo. Más allá de sus notables diferencias de origen, formación y especialización, todos ellos procedían de un mundo, el de la segunda mitad del siglo XX, que analizaron con una herramienta común: el lenguaje. Aunque, para ser justos, hay que decir que no lo estudiaron en estado puro, sino que compartieron un interés común por los distintos lenguajes en los que las sociedades contemporáneas generaban y transmitían sus miedos, sobre todo, a través de la cultura. Siguiendo la estela del pensamiento occidental receloso de las apariencias en las que las sociedades ocultan su funcionamiento real, continuaron la búsqueda de los mecanismos reguladores de las comunidades modernas. Y encontraron en la creación, en la imaginación y plasmación de distintas expresiones culturales, una sorprendente readaptación de las normas y prohibiciones del pasado. El miedo en Occidente, obra clave de Delameau, por ejemplo, muestra la persistencia y continuidad de temores ancestrales ensalzados durante la larga Edad Media europea, cuyo arraigo y transmisión social fueron mucho mayores que el Renacimiento o la Ilustración, que permanecieron ajenos a las mayorías iletradas. Lo esencial se reduce a la capacidad del miedo para filtrarse de abajo a arriba hasta el mundo de unas élites que también se vieron arrastradas por sucesivas oleadas apocalípticas.


Uno de aquellos “males” subsistió por encima de todos los demás y con más fuerza en el subconsciente europeo: los judíos. El antisemitismo entró a formar parte así de la moral común occidental, tanto católica como protestante, y logró saltar los muros de la teología hasta instalarse en la costumbre, el folclore y el lenguaje cotidiano. Su versatilidad e interacción entre las distintas capas sociales, convirtió al miedo en un formidable instrumento de poder desde la Era Moderna hasta nuestros días, alcanzando su máxima expresión como forma de Estado totalitario. El propio Delameau advirtió algunos de sus rasgos más característicos en nuestros días, en pleno siglo XXI, sobre todo en el terrorismo como manifestación de “violencia sagrada”, desplegada, como las guerras de religión, como vía de eliminación del otro y de sus creencias. Una realidad que sufrió el propio Steiner en su infancia, pues tuvo que abandonar Europa con su familia judía a causa del ascenso del nazismo, y cuya transmisión cultural, casi hereditaria, nunca dejaría de analizar hasta su reciente muerte. Muy crítico, como la mayor parte de los intelectuales y académicos de su época con la sociedad de masas, advirtió la reproducción de los viejos temblores en los riesgos e inseguridades crecientes de la sociedad moderna, especialmente en torno a la era digital y las redes sociales, que veía reducidas sintomáticamente a “una economía de la palabra y la sintaxis.” Pero, a pesar de la globalización y los notables cambios tecnológicos de nuestra era, Steiner mantuvo la atención fija en la cultura escrita y literaria hasta el final. La novela, estandarizada en el siglo XIX como máxima expresión del canon occidental, era su objeto más preciado, precisamente porque se transmitió en el siglo XX como abanderado de la cultura popular. Allí encontró un campo abonado por los efectos del clasismo, la xenofobia y el autoritarismo que han marcado buena parte de la cultura europea, en períodos de dureza e inseguridad extremas como el de Entreguerras (Las Uvas de la Ira) o que siguió a la caída de las Torres Gemelas (American Pastoral). Insistió en las nuevas formas de manipulación, pero, a diferencia de la mayoría de críticos y ensayistas, Steiner mostró sus efectos no sólo a nivel teórico, sino en el lenguaje cotidiano incorporado por los propios personajes de los cuentos y novelas, héroes y heroínas de la propia literatura contemporánea que pronto darían el salto al cómic, el cine o la fotografía.

Una mirada irónica, distante y transversal, cuya vertiente y profundidad fue compartida por José Luis Cuerda, cuya adaptación al cine de la historia reciente española presenta muchos de estos elementos freudianos, aunque deformados y llevados al otro extremo del mismo campo: al surrealismo.  Sus dos películas más conocidas, aunque separadas por una década, muestran a la perfección el conocimiento y el dominio de ambos tipos de lenguaje y de recursos. Amanece que no es poco, estrenada a comienzos de 1989, en una sociedad española muy diferente a la actual en algunas cuestiones aunque en otras no tanto, ha demostrado una enorme capacidad de conexión con el público de distintas generaciones. Algo que solo se consigue porque logra representar en menos de dos horas la tragedia española de forma cómica y global. Todos los actores de nuestra reciente historia están prácticamente ahí, de forma individual o coral, presentando un particular retablo de las maravillas del universo ibérico. Es difícil encontrar un mejor ejemplo de cómo podía ser la vida en cualquier pueblo durante el franquismo y de su pervivencia sociológica posterior. Envuelto en el manto de una reflexión profunda, los diálogos muestran con extraordinaria agudeza en lo que había quedado reducido el ideal nacionalcatólico de “unidad de destino en lo universal”. Cuerda narraba así, sin dolor, casi como un sueño, un pueblo en el que todo el mundo ocupaba su lugar y nunca, o casi nunca, pasaba nada. Esa función pedagógica del cine, transmitida por un magnífico elenco de actores, terminaba de dotar de un significado hondo y particular, a una película originariamente cómica. Su originalidad descansaba precisamente ahí, en demostrar que ni lo absurdo ni el surrealismo eran incompatibles con la  historia social. Los guiños a Bienvenido Mr Marshall o a La Vaquilla, centrada en plena guerra civil, así lo manifestaban como también las alusiones a la literatura universal, con Faulkner a la cabeza. Amanece que no es poco, por último, sobrevivió como la gran crítica a una cultura erudita pero vacía y envuelta en academicismos y  formalismos, que se mostraba incapaz de separar lo “contingente” de lo “necesario”, víctima de las modas como cualquier otro producto más. 
Diez años más tarde estrenó La lengua de las Mariposas, con un tono y un lenguaje muy diferente. Sin abandonar el medio rural pero decididamente realista e historicista, se detenía en el proyecto pedagógico de la Segunda República personificado en el actor Fernando Fernán Gómez. Una figura que representaba, en realidad, un anhelo más antiguo, el de la necesidad de llevar la verdadera cultura y la instrucción a todas las capas de la sociedad española. Un afán transformador que entroncaba con el racionalismo científico y la necesidad, precisamente, de extirpar esos miedos ancestrales e impedir que se tornarán en odios y enfrentamientos modernos. El fantasma de la Guerra Civil, sin duda el más decisivo y traumático conflicto de nuestra historia reciente, quedaba plasmado claramente en la cinta por el otro protagonista, el niño, que, imitando al grupo, acabaría apedreando a su propio maestro y a todo lo que este simbolizaba.
Ya no bastan, es cierto, los factores económicos o psicológicos para explicar cómo el miedo consigue superar periódicamente las fronteras sociales. Más allá de las crisis y cambios de ciclo, llegan a nuestros días en su versión posmoderna, en streaming, en tiempo real. Lenguajes, escenarios, niveles de una misma experiencia, que contra todos los relativismos y puntos de vista culturales, siguen afirmando la necesidad humana de compartir una angustia colectiva más que de comprenderla. Pero, del mismo modo, la realidad, aunque a veces supere a la ficción, no sigue únicamente las reglas de la representación. El miedo tiene una capacidad de regeneración infinita, como advirtieron estos y otros autores, y sigue operando de muy distintas formas, incluso en el reinado de la imagen y la cultura visual.
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Gutmaro Gómez Bravo es director del Grupo de Investigación de la Guerra Civil y del Franquismo de la UCM.


Gutmaro Gómez Bravo

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sábado, 15 de febrero de 2020

El entusiasmo: una historia de la transición.


El entusiasmo. Una historia de la Transición


                                                                                                                             16/2/2020



El pasado jueves 13 de febrero se presentó en Madrid una película documental titulada El entusiasmo. Una historia de la Transición. Dirigida por el historiador Luis Herrero, constituye una importante muestra de la vitalidad que alcanzó el movimiento libertario en los comienzos de la Transición, cuando “todo parecía posible” tras la muerte del dictador. La película discurre temporalmente entre 1976 y 1978, año en que el caso Scala, un incendio nunca aclarado de una sala de fiestas de Barcelona en el que murieron cuatro personas, y la entrada en la fase final de la concertación colectiva representada por los Pactos de la Moncloa, terminaron con el ciclo ascendente de CNT. Un trabajo que descansa en gran medida en el material de archivo, en la búsqueda, recogida y montaje del material fílmico de la época que ha durado más de diez años,  sobre el que se construye un relato visual y sonoro de aquel tiempo, algo muy difícil de conseguir realmente en historia. Hay otro aspecto fundamental que contribuye a ello: el director se diluye y no aparece como narrador en forma de voz en off. De esta manera consigue salirse de la estructuración convencional del relato histórico, tanto en la forma como en el contenido, sin necesidad de caer en apologías militantes de cualquier tiempo pasado fue mejor.


Todo un logro que hay que reconocer al autor ya que de otra forma no tendrían protagonismo real ninguna de las voces que se fueron abriendo paso en la reconstrucción política del anarquismo desde el final del franquismo. Por un lado, la continuidad histórica, la que había resistido al franquismo en la clandestinidad y se había desdoblado también en el exilio, a pesar de los graves problemas internos entre ellos. Al mismo tiempo emerge la realidad de potente movimiento obrero, que comparte escenario con la otra vertiente más representada en el documental, la juvenil y contracultural, cuya fuerza y originalidad marcaba la diferencia con el resto de fuerzas que procedían del antifranquismo. Un juego de dualidades y matices que logra reproducir fielmente la cinta no solo siguiendo esta vertiente ideológica y temática, sino manteniendo también la incertidumbre de un tiempo en el que no se sabía lo que podía pasar.





Muy centrado en Cataluña, aunque también en Madrid (mitin de San Sebastián de los Reyes), el documental muestra esa pluralidad de emociones a lo largo de más de una hora y media en la que puede verse el momento del reencuentro del exilio interior y del exterior en los rostros más mayores, la tensión y la fuerza de las luchas obreras del momento en unas condiciones laborales en caída libre desde la crisis del petróleo, pero, sobre todo, la ilusión, la alegría y el desparrame juvenil de un mundo que salía ya de ser patrimonio exclusivo de los círculos universitarios. Inquietudes y capacidades, conflictos y tensiones, que, explicadas a través de sus protagonistas, permiten ver la evolución, los altibajos y las dificultades por ensamblar corrientes y realidades tan dispares que representaron, sin duda, un momento único que abonaría también las raíces del desencanto.
 Con un escrupuloso respeto a la cronología y una voluntad clara por salir de la usada confrontación entre los tiempos de auge y caída de los movimientos sociales de la Transición,  la película muestra una serie de momentos que recogen a la perfección las tensiones acumuladas en el “universo anarquista”: los debates intelectuales, las demostraciones de fuerza en los mítines, en la protestas y en las huelgas, como también en lo festivo, lo reivindicativo y lo más transgresivo del momento, todo aquello que terminaría eclosionando en la ruptura del Vº congreso celebrado al año siguiente. El uso del cine y de la imagen tiene una gran función que desarrollar aún en nuestra propia historiografía, no solo en la transmisión de la memoria, como se ha puesto de relieve últimamente, sino también como testigo vivo del propio pasado reciente. La ventaja que tiene este frente a todos los demás formatos, descansa en que cede realmente la voz a sus protagonistas y se resiste así más a los distintos usos y apropiaciones. Sólo nos queda, por tanto, que no tengamos que esperar otros diez años a la segunda parte.


Gutmaro Gómez Bravo. 

domingo, 9 de febrero de 2020

Los servicios de información de Franco en la Guerra Civil 7/2/2020


Los servicios de Información de Franco en la Guerra Civil


La población se convierte en objetivo prioritario desde el comienzo de la guerra civil. Ya en los preparativos del golpe, el General Mola contempla una acción de “extrema contundencia” para asegurar el triunfo de la sublevación. Las medidas se modifican a medida que el conflicto cobra fuerza y los frentes se estabilizan. El 24 de octubre de 1936, el Cuartel General de Salamanca autoriza las operaciones aéreas sobre el centro de Madrid. Va a dar comienzo el primer bombardeo de una población civil en la historia. La tarde del 6 de noviembre, las tropas de Varela llegan al Cerro de los Ángeles y amenazan por radio con represalias si la ciudad no se rinde. El miedo se extiende con rapidez. Los aviones de reconocimiento advierten que las “las calles de Madrid están vacías”. El 8 de noviembre alcanzan los objetivos señalados sobre la Casa de Campo, la orilla derecha del Manzanares, el Puente de Segovia y la Estación del Norte. Los bombardeos masivos sobre el casco urbano se suceden a diario, con especial intensidad el del día 19 de noviembre, destinado, según el propio General Kindelán a “provocar un gran efecto moral en Madrid, centro vital del enemigo, poniendo un gran número de aviones a las horas de funcionamiento de las oficinas y de mayor circulación en la calle”.   A pesar de su intensidad, la ofensiva terrestre sobre Madrid queda paralizada; las operaciones con bombas de 500 kg para abrir brecha en el entramado urbano se detienen. El fracaso del plan inicial del golpe, el deterioro de la imagen internacional y los fallos en la obtención y la transmisión de la información, provocan un importante cambio en la estrategia del Ejército franquista. La guerra entra en una nueva dimensión, la de la ocupación del territorio, en la que la victoria militar se muestra inseparable de la eliminación de las bases sociales del enemigo.


La Sección de Información del Cuartel General comienza a emitir entonces una serie de instrucciones reservadas, destinadas a coordinar la ocupación de localidades y el control de sus habitantes. El 6 de diciembre de 1936 señala que “los pueblos cercanos a la primera línea, especialmente los que han sido rojos y pasan a ser ocupados por nosotros, deben ser objeto de una vigilancia especial, lo mismo de hombres que mujeres y niños. Se trata de potenciar las tareas de investigación a través de las dos grandes redes de policía secreta que ya funcionan pero que no están conectadas: las de las Grandes Unidades en el frente y las de los Gobiernos Militares en la retaguardia. El Ejército del Centro es el encargado de concentrar ambas en el Servicio de Información Militar (SIM), que a su vez se divide en cuatro secciones:

1ª Espionaje y contraespionaje.
2ª Social política y relaciones con la censura.
3ª Económica, industrial, prensa.
4ª Antiextremismo.

Resultado de imagen de geografia humana de la represion


Las Unidades de Policía Secreta de cada División, compuestas con vecinos de la zona, remiten semanalmente los datos a la sede del SIM en Burgos, donde comienza a organizarse un "fichero de criminalidad" por pueblos y provincias. A  comienzos de 1937, pide directamente esta información a los ayuntamientos próximos al frente del norte: “cada ayuntamiento remitirá el total de los individuos de izquierda que hay en la localidad incluyendo los nacionalistas, con sus nombres, apellidos y número de familia que tiene, así como la edad de esta. El 9 de marzo de 1937, un día después del comienzo de la batalla de Guadalajara, último intento por tomar frontalmente Madrid, el Cuartel General de Salamanca asume todas las funciones policiales, “así como la busca y detención de las personas que por su actuación o ideas deban ser detenidas a los fines de justicia del territorio liberado”. Franco logra así el monopolio total de la violencia y el de la información. Está preparado para ocupar y controlar la zona más industrializada y con mayor densidad de población de toda la Península Ibérica. 


La ofensiva de Vizcaya se inicia de nuevp tras un bombardeo masivo, esta vez el de Durango, seguido de forma inminente por el de Guernica. Además del potencial destructivo y de su impacto psicológico, la principal novedad de la campaña del Norte fue la incorporación de la "información retrospectiva". Destinada a enjuiciar la conducta del individuo y la de su entorno, se estrena en Vizcaya como pieza propia de la Causa General. Pronto se manifiesta la capacidad y operatividad de la Auditoria de Guerra del Ejército de Ocupación para desplegarse con total rapidez en zonas de difícil acceso. El 20 de junio toman Bilbao, abandonado por el Gobierno vasco que se niega a destruir la infraestructura siderúrgica. A finales de agosto hacen lo propio en Santander, precedidos por los servicios de información italianos. Por último, el 20 de octubre de 1937, ocupan Gijón, que ofrece una fuerte resistencia. El gobierno republicano pierde la región más rica y la más poblada de su territorio, el 25 por cien de sus efectivos militares, parte de la aviación y la mitad de sus recursos industriales. Pero la forma de perder ese frente resulta aún más determinante. El Ejército Popular se desmorona y, a pesar de promulgar uno de los primeros decretos que condenan a muerte a los desertores, cerca de 230.000 soldados se evaden o tratan de huir, siendo capturados y reutilizados por el ya denominado Ejército Nacional.

El éxito es rotundo para el Estado Mayor franquista, que muestra no sólo su superioridad militar y logística, sino la mayor cohesión de su retaguardia, capaz de fomentar la desafección y absorber la deserción masiva en el enemigo. A partir de este momento no deja de incrementar con personal y recursos los servicios encargados del orden público. La experiencia del norte supuso además un importante salto cualitativo: la utilización de la documentación con fines represivos. Al día siguiente del Decreto de Unificación de Milicias, el 19 abril de 1937, el Cuartel del Generalísimo hace pública la existencia de una oficina "para contrarrestar la propaganda y la influencia comunista en España". Se trata de la Oficina de Información y Propaganda Antimarxista (OIPA), incrustada literalmente en las secciones de información de las Grandes Unidades de tierra desplegadas en la franja cantábrica. Nada más entrar en una localidad, registran tanto organismos oficiales como domicilios particulares. Y tras incautar toda la documentación hallada en ellos, la trasladan en camiones a Salamanca, donde comienzan a clasificarla y se archiva hasta hoy. Para Marcelino Ulibarri, su máximo responsable, este procedimiento hace posible el objetivo político y propagandístico de arrebatar una ciudad al enemigo, garantiza la rapidez en la obtención de información de interés militar para seguir avanzando, al tiempo que permite "obtener documentación para la exigencia de responsabilidades a la población civil.” El espacio para la represión sigue ampliándose y adquiere carácter legal dentro de las instituciones del Nuevo Estado.


 En noviembre de 1937 el SIM se transforma en el Servicio de Información y Policía Militar, Su director, el Coronel Ungría, dispone un nuevo elemento sobre el terreno: la denominada “policía militar de zona”. Más que de un cuerpo o unidad, se trata en realidad, de una red conjunta de información, vigilancia y control de la población de las "zonas de vanguardia", que se conectan a través de enlaces y sectores de 30 kilómetros. Cada sector está dirigido por un Comandante del Ejército o un Capitán de la Guardia Civil, que tiene a su cargo varios grupos de agentes, civiles y militares. Según el propio Ungría, debía tratarse de "una red tupida de personas seguras escogidas entre los naturales del país, en las que recaerá el servicio de vigilancia, seguridad y de orden público". Su objetivo era elaborar y facilitar datos de población para lo que debían utilizar dos modelos o fichas de clasificación, aprobadas por el Cuartel General el 18 de mayo de 1938.


La ocupación de Cataluña no sólo anticipa el fin de la guerra, muestra la vocación, el carácter oficial, estatal y permanente de los aparatos de campaña franquistas. Durante los meses que se prolonga la batalla del Ebro, todos los servicios implicados en la ocupación y el control de la población civil, (Información, Recuperación de Documentos, Jefaturas de Orden Público, Fronteras etc), se coordinan con la Auditoria de Guerra para la consecución de la “rendición y la entrada ordenada en las ciudades”. Se reparten todas las esferas de influencia y los organismos públicos ya existentes amplían sus atribuciones sobre la denominada “población desafecta”. En mayo de 1938, por ejemplo, se ultima el sistema penitenciario en torno a la Redención de Penas por el Trabajo. Igualmente, se amplía la estructura de la Inspección Central de Campos de Concentración, que en octubre tiene ya clasificados a 110.000 prisioneros de guerra. A comienzos de diciembre, por último, se desata la ofensiva final de Cataluña.  

El día 20, el Coronel Ungría informa brevemente al General Franco.

"La población civil desea unánimamente la rendición, especialmente la catalana, que espera con impaciencia".

La guerra está ganada y el segundo objetivo, “la justicia”, pasa a primer plano. Arranca una nueva fase de la represión, muy distinta a la desatada en julio de 1936. Sistemática y selectiva a la vez, se destina sobre todo a consolidar la dictadura, por lo que se prolonga mucha más allá del fin de la guerra. La lógica de la ocupación, que exige el control total del territorio y la depuración del enemigo interno, se extiende sobre dos grandes contingentes de población: las ciudades republicanas y los prisioneros de guerra. El volumen generado por sus fichas, informes y denuncias es tal, que prácticamente todos los Consejos de Guerra han de celebrarse por procedimiento urgente o sumarísimo, sin apenas formalismos legales, hasta 1948, año en que se mantiene en vigor el estado de guerra.  Todos los organismos de ocupación emiten “información sobre criminalidad roja” hasta fechas muy tardías. Recuperación de Documentos, por ejemplo, no da por terminada la clasificación de los papeles incautados en el puerto de Alicante hasta 1944.  El SIMP, por su parte, no se desmoviliza plenamente hasta 1941, separando de nuevo sus dos grandes esferas, la policial y la militar. Su máximo apogeo se produce entre enero y septiembre de 1939, tiempo en que Ungría es simultáneamente jefe del Servicio Nacional de Seguridad y dirige el SIPM. Nueve meses en los que se completa la ocupación, así como la sustitución y el despliegue de las nuevas redes de información en todo el territorio nacional.


El estallido de la II Guerra Mundial provoca un cambio en el control de los servicios de información españoles. El 23 de septiembre de 1939 la Jefatura Nacional de Seguridad recupera la denominación de Dirección General de Seguridad y se integra dentro del Ministerio de Gobernación con Ramón Serrano Súñer a la cabeza.  Retoma su denominación y su papel como policía política, aunque su estructura, el personal y buena parte de sus funciones siguen siendo las propias del SIPM que se desdobla definitivamente. De nuevo mediante instrucción reservada, el Alto Estado Mayor ordena a todas sus Secciones de Información que deriven su personal militar al Ministerio del Ejército; el civil pasa a la DGS junto con las fichas de población de cada zona. Los servicios de información judicial que trabajan con los organismos encargados de la represión republicana, como el Juzgado de Contraespionaje o la propia Auditoria de Guerra, también pasan con sus archivos en pleno a la DGS. Su presencia y continuidad al frente de la policía y de la administración de justicia queda así garantizada. En abril de 1940, solo en la Primera Región Militar, la del Centro, han clasificado cinco toneladas de papel de los 141.584 expedientes revisados. Con ellos se han confeccionado medio millón de fichas policiales. Cuatro años más tarde, tras dar por terminada la clasificación de la documentación de Alicante, el Servicio Nacional de Recuperación de Documentos posee más de tres millones de fichas. La policía gubernativa tiene a su alcance un fichero de antecedentes destacado por todos los servicios de información extranjeros, desde los alemanes a los británicos. Sus máximos responsables fueron siempre militares profesionales y su núcleo organizativo básico las brigadas. La más activa en materia de orden público, la Brigada Político Social, constituyó el instrumento principal, junto con los servicios de inteligencia militar de los que procedía, para la política "preventiva" del Estado, motivo por el que cobró una fuerza extraordinaria durante todo el franquismo.


Gutmaro Gómez Bravo. U. Complutense.

Publicado originalmente en La Aventura de la Historia, 17/12/2019



miércoles, 5 de febrero de 2020

Amanecistas Huérfanos. 4/4/2020


Amanecistas huérfanos


La muerte del director de cine Jose Luis Cuerda acaba de sorprendernos.  Antes de la reflexión por tanto,  la emoción, o mejor dicho, el recuerdo de las emociones que nos han dejado sus películas. Seguramente no le gustaría, como a ningún creador, que su carrera se viera reducida a un único trabajo, pero es un riesgo que compensa con creces si de lo que hablamos es de Amanece que no es poco. Estrenada a comienzos de 1989, en una sociedad muy diferente a la actual en algunas cuestiones aunque en otras no ha cambiado tanto, se ha definido varias veces como obra maestra del humor absurdo contemporáneo, culminación de la mejor línea de tradición del surrealismo ibérico etc etc. Todo ello y mucho más, pero ¿quién nos ampara? Nadie, sólo nos queda el sinfín de recursos que deja una película magistral que abrió un género definido como “amanecismo” y una legión de “amanecistas”, frikes que se saben trozos del guión a dedillo, y cuentan anécdotas del rodaje sin parar y sin dejar meter baza a nadie en la conversación, entre los cuales me encuentro.


Además de los elementos estéticos y propiamente cinematográficos, de los que hoy se hablará largo y tendido, la película ha demostrado una enorme capacidad de conexión con el público de distintas generaciones. Algo que solo se consigue porque logra representar en menos de dos horas, la tragedia española de forma cómica y global. Todos los actores de nuestra reciente historia están prácticamente ahí, de forma individual o coral, presentando un retablo que mezcla la historia sagrada y la profana, verbo y carne, podríamos decir, de las costumbres y de la cultura española. Es difícil encontrar un mejor ejemplo de cómo era la vida en cualquier pueblo durante el franquismo y de su pervivencia sociológica posterior. Envuelto en el manto de una reflexión profunda, los diálogos mostraban con extraordinaria agudeza, en lo que había quedado reducida esa unidad de destino en lo universal. Cuerda narraba así, sin dolor, casi como un sueño, un pueblo en el que todo el mundo ocupaba su lugar y nunca, o casi nunca, pasaba nada. Esa función pedagógica del cine, transmitida por un magnifico elenco de actores, terminaba de dotar de un significado hondo y particular, a una película originariamente cómica. Cuerda ha demostrado que ni el humor absurdo ni el surrealismo son incompatibles con una  historia social del cine. Los guiños a Bienvenido Mr Marshall o a La Vaquilla, centrada en plena guerra civil, lo dejan de manifiesto pero también las alusiones a la literatura universal, con Faulkner a la cabeza, y muchas otras más. Amanece que no es poco, por último, sobrevive como la gran crítica a la crítica, mofándose de todo aquello que no sabe reírse de sí mismo envuelto en academicismos,  formalismos y otros ismos, incapaz por siempre de separar lo “contingente” de lo “necesario”.


Gutmaro Gomez Bravo, 
Publicado EL Obrero 4/4/2020


viernes, 31 de enero de 2020

Camino a la anarquía. La CNT en la segunda República


Angel Herrerín López. Camino a la anarquía. La CNT en tiempos de la Segunda República. Madrid, Siglo XXI, 2019.


A pesar de todos los problemas y contratiempos, la investigación histórica sigue avanzando en España. En las últimas décadas han ido cayendo, uno tras otro, muchos de los mitos, tópicos y estereotipos sobre los que se habían asentado los relatos tradicionales. El atraso, el honor y la violencia, son sólo algunos clichés transmitidos en esa moderna versión de la leyenda negra, usada más para deformar que explicar nuestra historia reciente. Y si sobresale uno por encima de todos ese es el anarquismo.  

Camino a la anarquía


Acusado de todos los males contemporáneos, del crecimiento de la violencia política a la derrota en la guerra civil, el movimiento libertario español ha sido deformado hasta la saciedad. Chivo expiatorio de la izquierda y la derecha, su imagen aparece siempre rodeada de polémica y controversia. Angel Herrerín, Profesor de Historia Contemporánea de la UNED, es uno de sus más destacados especialistas que sigue esforzándose por tratar de cambiar esta dinámica, explicando de forma científica pero también accesible y divulgativa, la compleja evolución del anarquismo ibérico. En libros anteriores había contextualizado el tema desde finales del siglo XIX a la guerra o la dictadura franquista, nos emplaza ahora en un período crucial para el devenir de la organización cenetista como fue el de la Segunda República. Una nueva forma de Estado con vocación democrática y social que pronto se vio marcada por una fuerte conflictividad laboral y social. Este estudio explica cómo fue evolucionando la propia postura de la CNT en estos años decisivos. Un trabajo trabado con documentación política interna inédita, consultada en archivos nacionales e Internacionales, que ha permitido al autor superar con creces la historia ideológica y las visiones preconcebidas.

“Camino a la anarquia” no es solo una historia de la CNT, es una historia de la II República que incluye al anarquismo en toda su complejidad y dimensión.
Gutmaro Gómez Bravo, UCM

Publicaso origanalmente en La Aventura de la Historia, Febrero de 2020

De la invención del pasado

https://www.infolibre.es/noticias/opinion/plaza_publica/2020/10/06/de_invencion_del_pasado_111730_2003.html   06-10-2020